Ultimamente aprovecho ciertos “momentos intermedios” para disfrutar de un buen café de panadería. Ah, nada nuevo… esta frase parece constante que se repite a lo largo de las fechas pero es que definitivamente es atemporal procurarme este placer.
La calle esta que arde, sólo ” un cuarto de hora” disponible para el ritual. La panaderia de siempre, repotenciada y modernizada parece acostumbrarse al tránsito de comensales.
Saludo amable, mesa estratégica (con el split apuntándome) : ” Blanquito por favor”. Hoy juego con eso de “pensar y no pensar”, analizo y luego suelto las cavilaciones que se ahogan en el caliente cafecito…
Mi distracción hace que confunda la taza con el vaso de azúcar (no muy decorativo), lo que me hace “despertar”. Me doy un “refresh” (lease retoque femenino) y me voy preparada y animada a la tarde que me espera.
“Manana será otro día”, me digo pensando como Scarlett O’Hara, y anhelando ya una próxima ocasión, en que aprovecho para canjear tumultos por momentos fugaces, momentos intermedios…
Cuantas cosas se resuelven en esos quince minutos!!… Todo es más facil (o menos dificil) evaluado en una panaderia .. Es como la tasca de los diurnos (y los abstemios)….. besos …!!!
Acabo de leer tu blog. Es muy bien hecho y lleno de informaciones interessantes. Te felicito.
Néstor amado : hey, me encantó eso de la tasca de los diurnos jajaja, besos para tí mi rey…
Yannick, gracias por tu visita y me alegra que disfrutaras del recorrido 😛